No te vayas nunca Clásico Mundial

Por Leopoldo Carrasquero

Los que crecimos viendo beisbol en los años noventa o décadas anteriores, veíamos el surgimiento de cada vez más estrellas latinas en la Gran Carpa, asimismo, cada año que pasaba uno veía los mundiales de fútbol, de baloncesto y Juegos Olímpicos sin poder darnos el gusto de vivir una situación similar para el deporte del bate y la pelota, ese anhelo de un mundial de béisbol con las estrellas de la MLB siempre estuvo y por fin se le encontró la vuelta.

En 2006 y tras varias negociaciones, llegó el Clásico Mundial de Beisbol, una oportunidad única para que las estrellas de cada país (aunque con algunas restricciones) pudieran disputar un torneo para ver cuál era el mejor.

La organización del Clásico sigue teniendo algunos problemas:

Las distancias: se comienza a jugar en Asia para atender ese mercado y existe una desconexión cuando comienza el evento por los cambios de horario.

Los grupos: comenzar en Japón con grupos a priori muy fáciles para las potencias asiáticas. El calendario: el torneo se da en medio de la pretemporada de Grandes Ligas y los bates fríos y el descontrol, es moneda corriente. Además, se han probado diversos formatos y ninguno parece calar. Los permisos: dentro de las restricciones hay grises en los que no queda a veces muy claro si un jugador puede o no puede (o no quiere) jugar.

Permisos que han beneficiado a los equipos con jugadores fuera del circuito MLB.

Pese a todo esto la organización ha tenido aciertos en las últimas ediciones, comenzar en Japón fue un éxito en lo económico, se necesitaba dar ese golpe de efecto en los Estados Unidos, y lo hicieron con una solución muy sencilla: jugar en Miami.

Jugar en el sur de la Florida, le ha dado un plus al torneo muy determinante, sabemos que es el hogar por excelencia de los latinos en los Estados Unidos y unir la cultura con la pasión con el beisbol ha sido un jonrón con las bases llenas.

Ver los estadios a full con un ambiente de rivalidad, música, gastronomía y pelota de la buena, provoca meterse dentro del televisor para disfrutar de la fiesta.
A los jugadores se les nota las ganas, no importa la nacionalidad, hemos visto una entrega única en los equipos que al final hacen determinante la atención del torneo, sin jugadores interesados no hay negocio, no hay clásico.

Representar a su país se ha convertido en un orgullo, no en un trámite.

Es muy difícil aspirar a tener al menos una parte de la influencia que tiene un mundial de fútbol, ya que el Clásico Mundial lo controla la MLB y no una organización fuera de cualquier liga, pero los fanáticos del beisbol disfrutan de un torneo espectacular, con la ilusión que su país gane el torneo. Hay que contar además la promoción que se hace a la actividad, puesto que se han incorporado países como la Gran Bretaña o la República Checa que desconocíamos su potencial, ha sido un ganar-ganar, al menos para la MLB.

Aún es pronto para hacer un balance de la edición 2023, cuando todavía no terminan los cuartos de final, pero el torneo pinta a que se seguirá afianzando en el tiempo y que no pase tanto tiempo sin jugarse (el último fue el 2017).

Es importante corregir las fallas, sobre todo las que parecen desvirtuar el juego en sí, pero luego que el campeón levante el trofeo, tocará hacer un balance comercial del éxito del torneo y buscar siempre un margen de mejora que hoy más que nunca parece existir al ritmo de la pasión del fanático por el beisbol.

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