EL RETO MUNDIALISTA DE DOBLE MORAL

Por Richard Méndez

Seguramente Qatar 2022 será recordado por ser el torneo más polémico de la historia de la Copa del Mundo, desde la sospechosa elección hace doce años, pasando por su cultura y hasta por sus leyes que chocan frontalmente contra las costumbres de Occidente. Qatar es más que un mundial exótico en un pequeño emirato con ostentosos lujos no vistos en otras citas mundialistas. Este Mundial es una prueba para medir la capacidad moral de los ejecutivos FIFA, artistas, organizadores y federaciones que durante los últimos años han recitado a diario los discursos de la inclusión de minorías e igualdad de la mujer.

Desde la FIFA se ha impuesto la agenda inclusiva que pide a sus afiliados luchar promoviendo el arcoiris en banderines del córner, camisetas y cintillo de capitán, pero se quedan en el discurso cuando la doble moral permite que se organice un mundial donde las relaciones de pareja fuera de la heterosexualidad está calificadas como delito. Hay federaciones que siempre fueron ruidosas con los temas inclusivos pero que cuando se trata de jugar el Mundial no son tan atrevidos, un ejemplo fue el anuncio de la federación estadounidense de cambiar los listones azules del logo federativo por los colores del arcoíris. La noticia se difundió rápidamente pero con el paso de las horas perdió viralidad y es que si bien se hizo el anuncio se referían al logo que se usaría únicamente en las instalaciones del hotel de concentración y en un lugar cerrado que no sería observable en canchas ni zonas de las instalaciones del Mundial. Fue como decirle al mundo que se estaba haciendo un gran acto de reclamo y rebeldía que quedaría solo para consumo propio de la Selección.

También sucedió con el anuncio de la AFA de una revolucionaria camiseta alternativa de color violeta inspirada en el apoyo a la comunidad LGBT, pero que no tiene arcoíris y tampoco algún mensaje. Solo es violeta y listo y ya con eso se cumple con el discurso inclusivo sin meterse en problemas con los organizadores del Mundial y menos cuando Argentina llega a Qatar como verdadera aspirante al título. No conviene desaprovechar la oportunidad y para pedir reivindicaciones y justicia social llegarán otros momentos más oportunos. Son muchos los ejemplos de estas inútiles acciones que son anunciadas como algo osado y atrevido pero que en el fondo no quieren arruinar ni ofender a los anfitriones, porque primero está jugar el Mundial y lo demás queda para otro momento.

La sociedad está harta de los dobles discursos y por eso es que los ejecutivos y federativos van perdiendo su credibilidad mientras el fútbol sigue estando presente para todos y nos arropa sin distinguir color, raza, religión, sexo ni preferencias. El fútbol se mantiene en la cancha, por eso repito como dijo Diego en su despedida: “La Pelota no se mancha”

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