ENTRE EL HUMO Y LOS MUROS, VERSTAPPEN TRIUNFA

Mauro García Forti

“Huele a quemado, ¿es mi coche u otro?” estas palabras que comunicó Max Verstappen por la radio a su ingeniero mientras transcurría la primera sesión de entrenamientos libres del GP de Arabia Saudí el pasado viernes, dieron inicio a uno de los fines de semana más surrealistas de la F1.

Una vez finalizados los primeros entrenamientos libres del viernes, en el ambiente reinaba un clima de confusión. El nerviosismo y la incertidumbre recorrían los garajes y el paddock. Como gran prueba de esto, luego del final de la segunda sesión de entrenamientos, los altos cargos de la FIA, los de la Fórmula 1, los jefes de equipo y los pilotos se reunieron a debatir con las autoridades saudíes si se cancelaría el Gran Premio o si el espectáculo continuaría.

El olor a quemado resultó ser la consecuencia de un ataque con misiles a una de las refinerías de la petrolera saudí Aramco, uno de los principales patrocinadores de la Fórmula 1. Minutos más tarde, los hutíes yemeníes se atribuían la autoría del ataque a las instalaciones petrolíferas a sólo diez kilómetros del circuito.

Tras una larga espera, Mohammed Ben Sulayem, presidente de la FIA y Stefano Domenicali, presidente y CEO de la Fórmula 1 comparecieron ante los medios para anunciar que, tras un acuerdo favorable de los jefes de equipo y los jefes de la F1, el fin de semana continuaría sin ninguna alteración al haber dado las autoridades del país una solución para este problema mediante un reforzamiento de alta seguridad en las inmediaciones del circuito y de sus instalaciones.

De esta manera, la reunión se dio por concluida y los asistentes comenzaron a abandonar el edificio. Pero los pilotos, nada convencidos de los mensajes tranquilizadores transferidos por los altos cargos de la organización del Gran Premio, se quedaron en la sala sin moverse de sus asientos, hablando durante largo tiempo en un ambiente en el que era evidente que no deseaban correr en esa situación. Los jefes de la F1 y poco después los jefes de equipo, entraron de nuevo en la sala para convencerles y no fue hasta cinco horas después, ya en la madrugada, que los pilotos salieron de la sala, aceptando la decisión de continuar con el Gran Premio.

Teniendo en cuenta la cantidad de situaciones inesperadas que dio el viernes, el sábado no decepcionó en otorgar más sorpresas al ver cómo Checo Pérez en el último segundo se llevaba la primera pole position de su carrera deportiva en la F1. Todo ello en una sesión de clasificación en la que quedó demostrada la enorme peligrosidad del circuito urbano de Yeda con el fuerte accidente que sufrió Mick Schumacher al chocar a alta velocidad contra los muros. El golpe generaría un impacto de 33 G que destrozaría su monoplaza y le impediría disputar la carrera al día siguiente tras el reconocimiento médico.

Luego de un dulce sábado, el domingo no pudo ser más amargo para el piloto mexicano al ver cómo le perjudicaba la salida de un safety car luego de su pit stop provocado por una astuta jugada de Ferrari que lo acabaría relegando a la cuarta posición, dejando así el combate por la victoria entre dos viejos conocidos, Charles Leclerc y Max Verstappen. El monegasco y el neerlandés protagonizaron una encarnizada lucha en las últimas vueltas que por momentos pareció más una partida de ajedrez en la cual Verstappen logró imponerse, consiguiendo así una victoria que presenta su candidatura a reválida del título mundial y lleva el número 1 a lo más alto del podio casi nueve años después.

Próxima parada, Australia, a la que vuelve la categoría reina del motor tras dos años de ausencia a un Circuito de Albert Park renovado que promete ofrecer grandes duelos en la pista y un gran espectáculo para los expectantes fans australianos.

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