CrossFit: beneficios y resultados del entrenamiento de moda
Por Darío Pescador
Dieciocho, diecinueve, veinte... y durante un momento te quedas tirado en el suelo como un amasijo de sudor rebozado en polvo de magnesio. No hay tregua, porque después de las veinte flexiones tienes que correr 400 metros, y te sorprendes pensando: “¡Qué bien! Así mientras corro podré recuperar un poco el aliento”. No importa cuántas flexiones puedas hacer, porque hoy vas a hacer más de cien. No serán todas seguidas, sino de veinte en veinte, y entre medias tendrás que hacer dominadas, sentadillas, subir por una cuerda o correr sujetando una pesa rusa de 20 kilos por encima de la cabeza. Todo esto sin parar, durante 20 o 30 minutos que serán los más largos de tu vida. Al final te sentirás como si te hubiera pasado por encima un autobús pero, por algún motivo, al día siguiente, volverás a por más.
Esto es CrossFit, una mezcla patentada de halterofilia, gimnasia deportiva, intervalos de alta intensidad y algo que solo puede describirse como el entrenamiento de los marines. El CrossFit ha revolucionado el mundo del deporte, levantando polémicas y ganando seguidores que sudan con un fervor casi religioso. Es el entrenamiento perfecto para el apocalipsis zombi. Cualquiera de nosotros podría coger un bate de béisbol y descalabrar a un muerto viviente en caso de emergencia. Pero ¿y si son cien zombis? Cuando se te canse el brazo, serás su merienda. Ahí el CrossFit presenta una clara ventaja.
EL ‘WOD’ NUESTRO DE CADA DÍA
Las sesiones de CrossFit suelen durar una hora y se estructuran siempre igual: unos minutos de calentamiento o flexibilidad, una segunda parte dedicada a la técnica de los levantamientos y la progresión en la fuerza, y el gran final del WOD (‘Workout Of the Day’), que es como se llaman estos circuitos brutales que combinan diferentes ejercicios sin parar y que cierran cada sesión. Los WOD más infames tienen nombre propio, como los huracanes: Elisabeth, Fran, Diane, Grace. Cindy, por ejemplo, consiste en un circuito de 5 dominadas, 10 flexiones y 15 sentadillas repetido tantas veces como sea posible durante veinte minutos. Cada día es un WOD distinto y no se conoce con antelación.
La empresa CrossFit Inc., fundada en el año 2000, cuenta con más de 13.000 gimnasios afiliados en todo el mundo, que tienen que pagar por el uso de la marca y la certificación. Factura más de 100 millones de dólares anualmente, aunque se estima que la marca CrossFit en total mueve más de 4.000 millones. El creador de la idea, el entrenador Greg Glassman, se dio cuenta de que los diferentes deportes buscaban potenciar una habilidad en concreto: fuerza, velocidad, flexibilidad, potencia, resistencia, capacidad cardiovascular, coordinación o agilidad. Un levantador de pesas no podía competir, pues, con un ciclista. ¿O sí?
Glassman decidió que la solución para llegar a una forma óptima era entrenar todas esas aptitudes a la vez, tomando ejercicios de diferentes disciplinas. En CrossFit se practica el levantamiento de arrancada y en dos tiempos, como en halterofilia olímpica, pero también se usan las kettlebell o pesas rusas (una especie de bala de cañón de hierro con asa), se voltean ruedas de tractor, se suben cuerdas, se empujan trineos cargados, hay que correr medias distancias con y sin carga, y por encima de todo, se hacen burpees, muchos burpees. Este ejercicio se usó en la Segunda Guerra Mundial para medir el estado de forma de los soldados, y es tan agotador que hay camisetas que rezan: “Los burpees también te odian a ti”.
EFECTOS POSITIVOS
Aunque en cada clase siempre hay alguno a tu lado, no hace falta ser un superhumano para hacer CrossFit. Si no tienes fuerza para hacer un ejercicio, hay una versión simplificada que está a tu alcance. Puedes hacer las dominadas con una banda elástica, usar menos peso en la barra o subir la cuerda ayudándote con los pies (de lo que nunca te librarás es de hacer los cientos de repeticiones del WOD). La idea es alcanzar tu límite físico en cada una de las sesiones, sea cual sea, y conseguir superarlo. De hecho, cuando todo tu cuerpo te pide que pares y tú decides continuar, algo cambia en tu cabeza. Se ha comprobado que el entrenamiento de CrossFit hace aumentar los niveles del factor neurotrópico derivado del cerebro, una proteína que hace que crezcan nuevas neuronas en el hipotálamo. Levantar todas esas pesas está mejorando tu mente.
Entre otros efectos positivos del CrossFit en la personalidad está el desarrollo de la fortaleza mental o temple, definido como la ‘capacidad para seguir adelante superando la fatiga, el dolor o la incomodidad’. El resultado final es una sensación de superación personal, mayor confianza en ti mismo ante los desafíos y mayor capacidad de trabajo. “Nuestra sociedad tira de nosotros irremisiblemente hacia la comodidad y la gratificación instantáneas”, dice Samuel Ribao, head coach y fundador de Improve CrossFit, el primer box oficial de Madrid. “La práctica del CrossFit requiere adoptar principios como el sacrificio, la disciplina y aceptar que, lejos de ser ‘perfectos tal y como somos’, tenemos que ser conscientes de nuestros puntos débiles y estar dispuestos a trabajar en ellos”, añade.
Porque para hacer CrossFit no se va al gimnasio, sino al box. Olvídate de las máquinas andadoras con pantalla de televisión, del aire acondicionado y de las pesas de colores. Un box se parece más a un garaje, el suelo es de goma para soportar los impactos de las pesas (y de los ‘crossfiteros’) cuando caen, y las bicicletas estáticas son austeras máquinas de hierro negro que mueven un enorme ventilador. Hay cuerdas, cadenas y esferas de hormigón de 75 kilos. Aquí no se hace zumba ni se va a lucir palmito.
“No hay espejos”, dice Víctor Suardía, un ingeniero de Madrid que lleva ya dos años haciendo CrossFit, y que pasada la cuarentena parece listo para entrar en combate. “La batalla es interior, contigo mismo, no con el de al lado”, explica. No es de extrañar que el CrossFit atraiga a quienes buscan nuevos retos en su vida. “Nuestro alumno tipo tiene un nivel adquisitivo, profesional e intelectual medio-alto. Al fin y al cabo el CrossFit no es barato”, dice Ribao. “Viene gente exigente consigo mismo, tanto en lo profesional como en lo personal, que disfruta de los retos y que quiere salir de su zona de confort”.
Al contrario que en otros deportes donde se busca la competencia, en el CrossFit reina un curioso compañerismo. Si te quedas rezagado en el WOD, en lugar de sufrir en solitario recibirás los ánimos de todos los que ya han terminado. El propio Glassman se dio cuenta de que cuando entrenaba a sus clientes, obtenían mejores resultados si lo hacían en grupos. Es un fenómeno conocido: sufrir en compañía fortalece los lazos entre las personas, y es lo que ocurre con los soldados en el campo de batalla. No luchan por su país, ni por su general, sino por el compañero que tienen al lado.
NO ES TAN LESIVO
Una de las principales críticas que recibe el CrossFit es que se trata de un deporte muy lesivo, con historias de terror sobre la temida rabdomiólisis, la destrucción del tejido muscular por el esfuerzo, con síntomas como orinar sangre y el fallo renal. Sin embargo, estos casos son extremadamente raros, y es fácil prevenirlos bebiendo suficiente agua y teniendo dos dedos de frente. La práctica del CrossFit no produce más lesiones que otros deportes populares, más bien al contrario. El CrossFit registra 3,1 lesiones por cada 1.000 horas de entrenamiento, comparadas con las 7,6 del futbol dominguero de aficionados o las 12,1 del running, tan de moda.
Muchos aficionados entrenan seis días por semana. Si te parece exagerado, piensa que los competidores profesionales entrenan seis horas al día. “Nosotros somos coaches y podemos compaginar el trabajo con el entrenamiento, así que no salimos del box”, dice Sara Alicia, de CrossFit Norte Redondela, el primer equipo español, formado por cuatro atletas, que ha conseguido superar los regionales para competir en Chicago en los CrossFit Games, las olimpiadas de este deporte.
Sin embargo, aunque las competiciones tienen un componente de espectáculo importante, el CrossFit está en proceso de recorrer ese camino para convertirse en un deporte popular de verdad, y los competidores tienen que saber autofinanciarse. “El viaje es bastante caro, sobre todo llevando todo el equipo, y no es fácil conseguir patrocinadores. Esto no es como el fútbol. De hecho, nos han ayudado más los particulares, comprando camisetas, que las marcas”, añade Sara Alicia. Mientras tanto, la batalla interior prosigue con cada WOD.
Foto: Miriam Yeleq
Fuente: www.esquire.com