UN REGALO ANTES DE VACACIONES
Por Mauro García Forti
Curvas de todo tipo, fanáticos incondicionales y condiciones meteorológicas cambiantes componen la magia del Hungaroring, una pista que no deja indiferente a nadie y que es la sede del GP de Hungría. Este circuito suele ser uno de los favoritos de los periodistas que viajan y de aficionados del centro y el este de Europa, ya que está muy cerca de Budapest.
Conocido por muchos como el Mónaco sin barreras por la dificultad para adelantar por lo estrecho que es el trazado, clasificar en los primeros puestos es vital para tener opciones de conseguir buenos resultados.
Con la lluvia amenazando la tranquilidad de la sesión más importante del sábado, la clasificación siguió su curso con relativa normalidad, siendo la gran sorpresa la eliminación de Checo Pérez en la Q2. Sin embargo, la Q3 vendría cargada de situaciones inesperadas.
Ferrari y Verstappen habían dominado las rondas anteriores y parecía que los de Maranello estaban mejor posicionados para llevarse la pole position. Llegó el último intento de todos ellos y Verstappen notificaría problemas de potencia, lo que le impidió dar su última vuelta y le condenaría a salir décimo.
Por el lado de los Ferrari, Sainz y Leclerc batallaron por la pole position y el español ganó el duelo entre ambos marcando récords de sector en su última vuelta, en el box de los italianos los mecánicos esbozaban sonrisas por ver a sus dos coches en primera fila, sin embargo, otra sorpresa envenenada les esperaba y esta era plateada.
George Russell voló sobre el asfalto con su Mercedes, mejorando sus tiempos y quitándole la pole position a Sainz por milésimas.
El domingo, Russell desde el principio de la carrera resistiría los ataques de Sainz, que con Leclerc pegado detrás presionarían al inglés manteniéndose a una distancia peligrosa esperando a que los neumáticos blandos del de la escudería alemana se desgastaran.
Por detrás, Verstappen remontaba posiciones rápidamente y empezaba a acercarse a los pilotos de cabeza escoltado por Pérez, que lo seguía muy de cerca.
Russell pararía en boxes y Sainz entraría en la siguiente vuelta a cambiar las ruedas, la parada del español fue muy lenta y no consiguió salir por delante del británico. Por si las cosas no pudieran ir peor para el español, Leclerc pararía en boxes y saldría justo delante de él.
El monegasco atacaría a Russell y con una espectacular maniobra por el exterior de la curva 1, lo adelantaría y pasaría a liderar la carrera.
Verstappen también realizaba su parada y comenzaba a hacer vuelta rápida tras vuelta rápida y ya estaba cuarto, ganándole terreno a los tres primeros.
Llegaría la vuelta 39 y Verstappen pegado a Sainz y a Russell lanzaba su ataque parando en boxes, aquí comenzaría la debacle estratégica de Ferrari.
En la siguiente vuelta, Russell y Leclerc entrarían a cambiar ruedas de nuevo, quedándose Sainz en pista viendo sacrificada su carrera. Russell cambiaría a medios y a Leclerc le pondrían duros en una decisión estratégica inexplicable, puesto que el ritmo de Leclerc con medios era buenísimo y el neumático duro con la temperatura tan baja de la pista era una roca, cosa que ya se había visto en el ritmo de los Alpine, que no conseguían poner el neumático en la temperatura óptima y perdían posiciones a un ritmo vertiginoso.
Ante esta situación, Verstappen consiguió superar a Russell mientras este salía del pit-lane y sólo le quedaba Leclerc, que marchaba a velocidad de tortuga, para liderar virtualmente la carrera.
El holandés iba tan sobrado en velocidad que en la siguiente vuelta lo pasó y se alejó del Ferrari rápidamente. Al final de esa vuelta cometió un pequeño error y trompeó, pero le bastó una vuelta más para volver a adelantar al caracol rojo en el que se había convertido el monoplaza del monegasco.
A falta de veintitrés vueltas, por fin a Sainz lo mandaron a cambiar los neumáticos, poniendo blandos, por lo que tendría que cuidarlos para llegar al final, otra malísima parada le daría mayor ventaja a Hamilton para adelantarlo cuando hiciera su última parada.
Russell iría a por Leclerc, que seguía sufriendo con los neumáticos y lo terminaría pasando, provocando que el monegasco, frustrado, pidiese parar de nuevo para montar blandos hasta el final de la carrera y saliendo del pit-lane en sexta posición.
Para destruir el poco ánimo que quedaba a los hombres de rojo, Hamilton llegaba con neumáticos blandos nuevos y adelantaba a Sainz y a Russell para colocarse en segundo lugar y dejar a Ferrari sin podio.
Así pues, lo que debía ser un doblete de los coches rojos se convirtió en una victoria de Max Verstappen saliendo desde la décima posición en un circuito donde se dice que es muy difícil adelantar y en la segunda carrera consecutiva en la que los Mercedes consiguen meter a sus dos pilotos en el podio.
Los italianos nuevamente han regalado a sus rivales una carrera en la que lo tenían todo a su favor para triunfar. Las desastrosas decisiones estratégicas tomadas desde el muro han destruido el grandísimo trabajo que se ha realizado en la fábrica y que han llevado a cabo los pilotos en la mayoría de las carreras, reduciendo el sueño de conquistar ambos campeonatos a cenizas y poniendo en peligro ahora el segundo lugar en el campeonato de constructores con el impresionante rendimiento de Mercedes en las últimas carreras, que los deja a sólo 30 puntos de los del “Cavallino Rampante”.
Red Bull con un RB18 que es otra obra de arte de Adrian Newey, un equipo de mecánicos que brilla con luz propia, un escuadrón de estrategas comandados por Hannah Schmitz que hace temblar a sus rivales y un Max Verstappen en estado de gracia, está cada Gran Premio más cerca de llevarse su quinto Mundial de Constructores y la segunda corona del “Holandés Volador”.
De esta manera, la Fórmula 1 se va de vacaciones con algunos equipos con un descanso bien merecido y otros con mucho trabajo pendiente por hacer en estas tres semanas de parón. La próxima cita, el Gran Premio de Bélgica del 26 al 28 de agosto.
