Diez Años de Silencio del Kaiser
Por Mauro García Forti
Parece mentira, pero este 29 de diciembre se cumplen diez años de aquel terrible accidente que sufrió Michael Schumacher mientras esquiaba cuando pasaba las vacaciones de Navidad con su familia en la estación invernal de Méribel en los Alpes franceses.
El alemán, un esquiador experto, esquiaba por fuera de las pistas cuando cayó y se golpeó la cabeza fuertemente contra una roca. Por suerte, Michael llevaba un casco que acabó partiéndose por el impacto, pero que le salvó la vida.
Schumacher fue internado en el Hospital Universitario Grenoble-Alpes y el parte médico diagnosticaba lesiones cerebrales graves, quedando el ex-piloto en estado crítico.
Luego de dos delicadas operaciones y un coma inducido de seis meses, el heptacampeón mundial salió del hospital con rumbo a una clínica de rehabilitación. Tres meses después, fue trasladado a su mansión en Suiza para continuar con su recuperación y desde entonces, el silencio ha reinado en lo que concierne al estado de salud de Michael.
Lógicamente, el mundo del deporte y en especial la Fórmula 1 se volcó con la causa de apoyo a uno de sus grandes ídolos con mensajes de ánimo y de solidaridad con el entorno del corredor, siendo el hashtag #KeepFightingMichael uno de los más vistos en los circuitos e incluso visto muchas veces en los monoplazas, especialmente los de Mercedes, su último equipo cuando estaba en activo.
Es una cruel ironía del destino ver cómo un hombre que durante más de veinte años se pasó la mayor parte de su vida subido en máquinas que alcanzaban más de trescientos veinte kilómetros por hora, arriesgando la vida en cada circuito en el que competía, haya sufrido un accidente tan grave mientras simplemente disfrutaba de su retiro con su familia.
La ausencia de “Schumi” se ha sentido especialmente por los fanáticos, y sobre todo por los ferraristas, quienes recuerdan a su mayor héroe en cada ocasión que pueden, como por ejemplo en el aniversario de algunas de las hazañas que el Kaiser logró con la casa de Maranello. Pero no sólo se extraña al Michael dentro del monoplaza, también al de fuera. El teutón se pasaba horas extra trabajando con mecánicos e ingenieros, ayudando a formar un ambiente de trabajo que parecía una familia y que le brindó a Ferrari tanto éxito a principios de este siglo.
La huella que ha dejado Michael en la Fórmula 1 es imborrable. Sus victorias, sus títulos, sus derrotas y sus rivalidades pero sobre todo su gran personalidad marcaron al Gran Circo, donde en la actualidad sigue siendo uno de los héroes de muchos pilotos en activo y muchos otros en el retiro, como es el caso de Sebastian Vettel, quien fue su pupilo y que posteriormente se convirtió en el mentor de Mick, su hijo, una vez llegó a la competición.
Han pasado diez años desde la última vez que vimos al Káiser, pero muy pocos han perdido la esperanza de volverlo a ver alguna vez de nuevo en los circuitos.
Sigue luchando Michael, que aquí te seguiremos esperando.