Relamiendo heridas

Por Alex Molina / info@eurohoops.net

Tras caer ante el Anadolu Efes en el segundo de los dos partidos de la Euroliga, el Real Madrid encaraba un nuevo compromiso de la Liga Endesa ante el Hiopos Lleida. A priori, el rival era idóneo para hacer olvidar el tropiezo europeo y volver a ganar, un objetivo que los blancos han logrado tras imponerse por 85-78, aunque la victoria no haya llegado de la forma que todo el mundo en Goya quisiera.

Sí fue el deseado el inicio de partido. Con un Serge Ibaka (15 puntos y 6 rebotes) pletórico y Campazzo (11 puntos, 6 rebotes y 5 asistencias) como líder de operaciones, el Real Madrid no tardó nada en abrir brecha en el marcador. El 28-12 del primer cuarto fue complementado a la perfección por el 23-12 del segundo, mandando el partido al descanso con un 51-26 que no era otra cosa que buenas noticias en la capital. Pero el paso por vestuarios nos trajo un partido nuevo. Si algo tiene el Hiopos Lleida es que no se rinde nunca y que compite contra todos y hasta el final. Por mucho que la ventaja para los locales llegara a ser cercana a los 30 puntos, el pundonor burdeos y la calidad de Oriola (12 puntos y 9 rebotes) y Hasbrouck (15 puntos y 4 asistencias) le dieron la vuelta al partido como un calcetín. En un visto y no visto y de forma inevitable, el marcador del Wizink reflejaba un 62-57 que hizo saltar todas las alarmas, culminando un demoledor parcial de 2-19 para el equipo de Gerard Encuentra.

Pero la reacción visitante se quedó en amago. La llegada del nuevo y último cuarto permitió al Real Madrid cambiar el chip y la mentalidad. El objetivo era en esos momentos mantener a raya a los visitantes y a una ventaja cercana a los diez puntos… tarea complicada con Bropleh (18 puntos) y compañía enfrente. El pilar ofensivo del Hiopos Lleida entró en acción en el último cuarto y logró colocar un 81-78 a falta de 14 segundos que nos regaló un final apretado a más no poder que los árbitros se encargaron de sentenciar. Michael Caicedo hizo una falta para parar el reloj y mandar a Deck a la línea de tiros libres. Una de esas faltas que como los propios Alfonso Olivares y Sergio Manuel se encargaron de recordar era “en los instantes finales” sucede tantas veces fue revisada y ascendida a antideportiva, una decisión totalmente arbitraria (nunca mejor dicho) y sin ningún tipo de continuidad (casi todas las faltas que hace un equipo que va perdiendo en el último minuto son para parar el reloj) con la que el triunfo blanco quedó sellado.

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