Verstappen Vuelve A Rugir

Por Mauro García Forti

Luego de dos carreras en las que el rojo Ferrari ocupó el escalón más alto del podio con las victorias de Leclerc en Texas y de Sainz en México, la Fórmula 1 culminó su triplete americano en el mítico Autódromo José Carlos Pace para disputar el Gran Premio de Brasil.

Al tratarse de un fin de semana con formato Sprint, el fin de semana se volvió más frenético todavía debido a que los equipos solamente disponen de una sola sesión de entrenamientos antes de la clasificación para la carrera corta. 

Siguiendo la tradición de esta temporada en la F1, McLaren supo encontrar esa ventaja por encima de los demás y ocupó las dos primeras casillas para la arrancada, con Oscar Piastri liderando a los bólidos papaya seguido de un Lando Norris que posteriormente ganaría la prueba al cederle Piastri el liderato luego de una orden del equipo que no sentó nada bien a los fanáticos. El británico consiguió recortar puntos luego de que Verstappen cayera del tercer al cuarto puesto por una sanción de cinco segundos por incumplir el procedimiento de Virtual Safety Car.

Entre la ira de la gente de Red Bull y la calma en el garaje del equipo de Woking, el Gran Premio continuaba con una última gran sorpresa que a Ayrton Senna le hubiese encantado, un verdadero aguacero que se esperaba para la clasificación.

Debido a la enorme cantidad de agua que había caído en el circuito y la imposibilidad de los neumáticos de lluvia para evacuarla, la sesión fue aplazada para el domingo. No obstante, la lluvia no se fue al día siguiente y los veinte coches tuvieron que enfrentarse a la pista de patinaje en la que se había convertido Interlagos.

Luego de una hora plagada de accidentes, banderas rojas y muchas sorpresas, Norris conquistó la pole con un Verstappen perjudicado por una bandera roja causada por el accidente de Stroll, forzado a salir decimoséptimo luego de recibir una sanción de cinco puestos por cambiar el ICE de su motor.

La carrera prometía ser un evento que nadie se podía perder. En medio del caos que reinaba con tanta lluvia y la falta de visibilidad, Lando y McLaren sabían que con Max tan atrás, si ganaban la carrera podía meterle un buen mordisco al holandés en la clasificación, sólo había que sobrevivir al diluvio que caía sobre Sao Paulo.

Los británicos contaban con el mejor monoplaza sobre la pista, pero la lluvia iguala todo y Verstappen no había dicho su última palabra ese día.

En la arrancada, mientras Norris perdía por enésima vez el liderato en la primera curva con George Russell, Max había salido disparado, pasando a pilotos en cada curva y recta en la que tenía la oportunidad. Parecía que el holandés estaba jugando al videojuego de la F1 en dificultad fácil, porque mientras los demás sufrían y les costaba mantener el control del monoplaza, el tricampeón mundial trazaba las curvas con una precisión milimétrica.

La velocidad del piloto de Red Bull era tal que al final de la primera vuelta ya estaba décimo, en tan sólo un giro había ganado siete posiciones con la pista super complicada, pero esto sólo era el comienzo, porque “Mad Max” iba a por la victoria.

La marcha de Verstappen no paraba, seguía adelantando a todo aquel que se le ponía en su camino y sólo Leclerc pudo hacerle un poco de frente, pero las estrategias hicieron que también el monegasco saliese de la vista del líder del mundial.

Red Bull decidió mantener en pista a su corredor, lo que fue todo un acierto con la llegada de la bandera roja por el accidente de Colapinto. Max marchaba en segunda posición y estaba por delante de Norris al haber entrado el británico a hacer una parada en los pits para poner ruedas nuevas.

De esta forma, con gomas intermedias nuevas debido a que en la bandera roja está permitido el cambio de neumáticos, Verstappen tenía todo a favor para ganar su primera carrera desde el GP de España y por supuesto, no desaprovechó la ocasión.

En la relanzada se lanzó a por Esteban Ocon en la “S de Senna” y tomó la primera posición, algo que no soltaría más, demostrando una vez más su superioridad marcando una racha de vueltas rápidas y cruzando la bandera de cuadros 18 segundos por delante de Ocon.

Lo de Verstappen en Brasil ha sido una actuación que sin duda se recordará en las siguientes décadas. Salir desde el decimoséptimo lugar y ganar de esa forma tan aplastante es algo que sólo lo pueden hacer unos pocos elegidos y en Interlagos el holandés demostró porqué lleva el número 1 en su monoplaza.

Una carrera perfecta, sin errores, con un ritmo que le habría bastado para vencer sin que hubiese hecho falta la bandera roja. En Interlagos Max estuvo en otra galaxia, llegando a marcar diecisiete vueltas rápidas en la carrera y muchas de ellas haciéndolas de forma consecutiva, demostrando que está a un nivel muy superior al de sus rivales y sacándole los colores a un Norris que demostró no estar listo todavía para pelear un campeonato con un desempeño plagado de fallos de pilotaje sobre mojado.

Max lo tiene todo a su favor para convertirse en tetracampeón del mundo. Las piezas están sobre el tablero y en Las Vegas todo está listo para el jaque mate. Sólo tiene que terminar por delante del piloto de McLaren y sacarle tres puntos de ventaja para llevarse un título más que merecido a falta de que se disputen dos carreras después del fin de semana en el Estado de Nevada.

El neerlandés está cerca, pero a la vez muy lejos. En las calles de la “Ciudad del Pecado" pueden ocurrir muchas cosas y sin duda el trabajo todavía no ha terminado ni para el piloto de Red Bull ni para su equipo. 

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