Imperial Hamilton
Por Mauro García Forti
El circuito de Silverstone recibió a la Fórmula 1 con los brazos abiertos para disputar el fin de semana “de casa” de la competición. Siete de las diez escuderías tienen su fábrica en Inglaterra y si a eso le sumamos que gran parte de la prensa que cubre este deporte es británica, llegamos a la conclusión de que el Gran Premio de Gran Bretaña es uno de los grandes clásicos de cada temporada.
Se esperaba una lucha entre Red Bull y McLaren por la victoria, pero Mercedes se unió a la fiesta en la clasificación, sorprendiendo a todos con las dos “flechas de plata” ocupando los dos primeros puestos con George Russell en la pole y un Lewis Hamilton con el cuchillo entre los dientes listo para llevarse su noveno triunfo en su carrera de casa. Detrás de los dos británicos, Lando Norris quedó tercero para deleite de las gradas. Max Verstappen sólo pudo ser cuarto.
En la arrancada, los dos pilotos de la casa de la estrella partieron sin problemas con el mismo orden, pero Verstappen con una maniobra perfecta se hizo con la tercera posición al pasar a Norris en las primeras curvas de la primera vuelta.
Todo se mantenía con normalidad en los puestos de cabeza, pero en un momento dado, el archiconocido verano británico jugó su papel, apareciendo así la lluvia para revolver un poco las cosas. Muchos pilotos como Checo Pérez o Charles Leclerc hicieron una parada para poner las gomas intermedias. El problema es que, a pesar de que llovía, la pista no estaba lo suficientemente mojada como para rodar rápido con esas gomas, por lo que había que aguantar con neumáticos de seco con la precisión de un cirujano, cualquier error y todo se podía ir al traste.
En esas condiciones, los McLaren eran muy superiores, con un Norris y un Piastri que volaron para superar a ambos monoplazas alemanes con unas maniobras que provocaron la locura en las tribunas llenas de fanáticos bien protegidos de la lluvia.
La estrategia iba a ser vital para ganar la carrera. Y mientras que Mercedes hizo un doble pit stop, McLaren sólo paró a Norris, sacrificando así a un Piastri que volaba por el circuito inglés.
La pista se estaba secando y la ventaja de los bólidos papaya se esfumó, siendo el momento de atacar para sus rivales. Sin embargo, George Russell no pudo estar en el envite final al decir basta el sistema hidráulico de su máquina recayendo así las esperanzas de los hombres de Toto Wolff en el hombre que les dio todo, Lewis Hamilton.
La táctica de la escudería con sede en Brackley fue mucho mejor que su rival de Woking y el heptacampeón mundial estaba por delante de un Norris que se vio damnificado por el error de su equipo. Ahora era el turno del ganador de ciento tres Grandes Premios de liderar la carrera y por supuesto, no defraudó. Hamilton fue implacable, mantuvo a raya a Lando y a un Verstappen que llegaba a la caza de los líderes con neumáticos nuevos para acabar llevándose una victoria que rompe la sequía de dos años sin ganar del inglés.
Max fue segundo y Norris tercero, con un Piastri que terminó cuarto terminando a seis segundos del líder luego de haber perdido veintisiete en su parada, cosa que le costó su primer triunfo.
Pero el protagonista era un emocionado Lewis que se convertía en el hombre que más veces ganaba en un mismo circuito superando a Schumacher. Mercedes ha vuelto a la pelea en el mejor momento, con un Russell en estado de gracia y un Hamilton que en Silverstone silenció a todo aquel que decía que no estaba motivado, todo ello para darle más emoción a un campeonato en el que la estructura teutona ya encadena dos victorias consecutivas, cosa que cierto equipo naranja no ha podido hacer todavía.
En Gran Bretaña Hamilton volvió a ponerse su corona, habrá que esperar a Hungría para ver si Mercedes vuelve a ser la dominadora o si Red Bull o McLaren reaccionan a estos dos golpes directos de la formación con la racha de campeonatos más larga de la historia de este deporte.