Tenía que ser Lando
Por Mauro García Forti
La Fórmula 1 aterrizó por primera vez este año en el continente americano para disputar la primera de las tres carreras que se disputarán en territorio estadounidense durante esta temporada.
Esta fue la tercera edición del Gran Premio de Miami, un escenario al que muchísimos VIP son invitados a disfrutar del espectáculo, pero que el fanático curtido de la competición detesta.
Lo cierto es que los ánimos no mejoraron cuando Ferrari desveló la tan prometida nueva decoración con motivos azules por el setenta aniversario de su llegada al país norteamericano, una librea que decepcionó a gran parte de los “Tifosi”, que esperaban mucho más que unas simples líneas azules. Sin embargo, no todo estaba perdido, porque el interés de la gente reavivó cuando las mejoras de McLaren dieron resultados en los primeros entrenamientos del fin de semana.
La escudería naranja puso toda la carne en el asador, trayendo hasta nueve piezas nuevas. No obstante, la mala suerte en el último intento de Q3 y las extrañas condiciones de la pista no beneficiaron a la escudería inglesa en la Sprint Qualifying.
Por si lo del viernes no fuese suficiente, un efecto dominó causado por una peligrosa maniobra en la primera curva de Lewis Hamilton terminó con la participación de Lando Norris en el Sprint al sufrir daños irreparables en su chasis tras chocar con Stroll. Posteriormente, luego de diecisiete vueltas en donde la titánica defensa de Kevin Magnussen sobre Hamilton fue lo que se llevó el protagonismo, volvió a ganar el de siempre, Max Verstappen.
El neerlandés siguió con hambre de más primeros puestos y unas horas después se llevó la pole position por delante de los Ferraris de Leclerc y Sainz.
Todo estaba listo para el domingo, pero ante el inminente comienzo de la carrera, la sensación del público era que Verstappen iba a ganar con un brazo amarrado a la espalda. Nadie se imaginaba lo que estaba a punto de pasar.
Luego de una salida en la que Checo Pérez hizo un homenaje a la arrancada de Hamilton el día anterior estando a punto de llevarse por delante a Max y a los pilotos de Ferrari, todo parecía ir normal, como cualquier otra carrera cómoda de Red Bull este año. Sin embargo había algo muy distinto en esta ocasión, Verstappen no conseguía escaparse de Leclerc.
La poca degradación de las gomas en un asfalto tan nuevo hacía que no hubiese tanta variedad en las estrategias, por lo que la mayoría de los pilotos irían a una sola parada.
Poco a poco todos comenzaron a hacer el pit stop y cuando Verstappen entró al pit lane para poner un nuevo juego de neumáticos, Piastri y Sainz lo siguieron poco después. Sólo quedaba un piloto en pista con ruedas viejas: Lando Norris.
El inglés continuaba haciendo vueltas rápidas y de un momento a otro, la fortuna que le había faltado al de McLaren durante todo el fin de semana se le apareció en forma de Safety Car.
El horror se desató en el muro de ingenieros de Red Bull mientras Norris hacía su parada en boxes y se incorporaba a la pista en primera posición con gomas más nuevas que las de un Verstappen que tendría que atacar en la relanzada para no perder la carrera. La bandera verde volvió a aparecer y el joven británico aceleró, sin dejar ninguna opción de ataque al campeón del mundo.
El corredor de veinticuatro años se convirtió en una mancha naranja que volaba por el Autódromo Internacional de Miami. A la vez que comenzaba a sacarle ventaja a su amigo Max, bajo ese casco amarillo fosforescente apareció una sonrisa de oreja a oreja que enterraba esos malos recuerdos de aquellas oportunidades perdidas en el GP de Italia de 2021 y de aquella maldita lluvia repentina en el GP de Rusia de aquel mismo año.
Finalmente, llegado a la última vuelta y acordándose de su abuela viéndolo desde Inglaterra, Norris cruzó la meta a toda velocidad, pasando cerca de sus enloquecidos mecánicos que celebraban en la valla.
Lo logró, después de tantos altibajos y de tanto trabajo duro, el británico se vio llevando a su equipo al escalón más alto del podio. Al fin y al cabo, si había alguien que se merecía ganar esa carrera era él y lo mismo pensaban los demás pilotos, porque la gran mayoría de ellos se acercaron al eufórico joven para felicitarlo antes de que se arrojara encima de la gente de McLaren, que lo esperaban ansiosamente para celebrar.
Los memes de “Lando Nowins” en las redes sociales y el récord de piloto con más podios sin victoria ya son cosa del pasado. Lando se ha unido al selecto club de los ganadores y seguro que esta no será la última vez que lo veamos estacionar su monoplaza en el puesto del vencedor.