Sainz pintó la noche de rojo
Por Mauro García Forti
Como ya se preveía, el Gran Premio de Singapur fue la oportunidad de oro para romper la histórica racha de imbatibilidad de Red Bull y por fin, después de quince carreras y trescientos ocho días, la escudería de la bebida energética cayó derrotada.
Los austriacos sufrieron por primera vez esta temporada en carrera, el RB19 no tenía agarre y eso no benefició a Max Verstappen y a Checo Pérez, quienes cayeron eliminados en la Q2. El neerlandés sólo pudo ser undécimo y el mexicano decimotercero, un hecho que nadie recuerda cuando fue la última vez que ocurrió.
Ferrari puso toda la carne en el asador luego de un gran resultado en Italia y los de Maranello lideraron todas las sesiones del Gran Premio. Con los dominadores fuera de combate, la pole position estaba por fin en el aire y ahí estuvo Carlos Sainz, que por segundo Gran Premio consecutivo y por setenta y dos milésimas se llevó el valioso premio de arrancar en la casilla de salida más adelantada. George Russell impidió la primera línea de la escudería italiana al colarse por delante de Leclerc, quien sólo pudo ser tercero.
A pesar del buen trabajo del sábado de la Scuderia, la victoria todavía no estaba asegurada, pues Mercedes y McLaren se habían mostrado muy competitivas y la alta probabilidad de Safety Car podría darles la oportunidad de subirse al escalón más alto del podio.
Con toda la expectación en la pista, el día domingo los aspirantes a la victoria escucharon las últimas instrucciones de sus ingenieros, se pusieron los cascos y se subieron a sus monoplazas. Cuando el semáforo se apagara, la batalla en el claustrofóbico Circuito de Marina Bay comenzaría y sólo sobreviviría el que supiese controlar la agobiante situación de pilotar sesenta y una vueltas sin cometer errores con los cuarenta grados y la humedad característicos de la noche singapurense.
Los dos Ferrari arrancaron bien, con Sainz defendiendo el liderato y Leclerc colocándose segundo al pasar a Russell, quien tuvo que vérselas con un Hamilton que hizo muy buena salida.
El muro de ingenieros buscó establecer una distancia de máximo cinco segundos entre sus pilotos para asegurar un doble pit stop en caso de que llegara un coche de seguridad. Y así fue, Logan Sargeant tocó los muros y Dirección de Carrera sacó al safety car, provocando el primer baile en los garajes.
Una vez más el equipo rojo no tuvo su mejor momento en el pit-lane. Sainz realizó la parada de manera airosa, pero Leclerc fue víctima del tráfico en la calle de boxes y perdió segundos valiosos que le hizo perder posición con Russell y con Norris.
Después de ese contratiempo para el equipo al perder el doblete, Sainz se dedicó a continuar liderando la prueba marcando un ritmo cómodo que le permitiera cuidar los neumáticos duros. Todo parecía bajo control, pero un virtual safety car dio alas a Mercedes, quienes aprovecharon las estrategias conservadoras de Ferrari y McLaren para ponerles ruedas frescas a sus dos pilotos y lanzarse al ataque.
Las flechas plateadas volaban bajo las luces del circuito y recortaban muy rápidamente la diferencia con la primera víctima que sería Charles Leclerc. El monegasco batalló todo lo que pudo, pero la desventaja de las gomas acabó condenándolo contra Russell y Hamilton, que lo superaron y fueron a por la siguiente presa, el McLaren de Norris que marchaba en segundo lugar.
Las uñas de los “tifosi” en esos instantes ya estaban a punto de desaparecer, Sainz tenía orden de conducir lo más rápido que pudiera para alejarse de los monoplazas alemanes, pero a falta de cinco vueltas, George y Lewis ya estaban detrás de la mancha papaya que resultaba ser Lando. Justo en ese momento, cuando ya parecía que Russell sería el que se llevase la victoria, es que se dio la idea que decidió al ganador de la prueba.
En lugar de seguir conduciendo al límite para estar alejado, el español de Ferrari se aseguró de que Norris estuviera en todo momento a una distancia menor de un segundo, los ingenieros se extrañaron cuando pidió que le alertaran de la distancia con Norris en vez de con los Mercedes, pero se relajaron cuando el madrileño les dijo que era a propósito. De esta manera, el británico podía abrir el DRS para defenderse de los ataques de Russell.
Cada vuelta se hacía eterna para los italianos, pero Carlos se mantenía frío, asegurándose de darle a su excompañero en McLaren la distancia que necesitaba y conduciendo sin cometer errores. Lo mismo no hizo Russell, quien en la última vuelta tocó un muro y acabó yéndose directo contra las protecciones, tirando así una magnífica carrera a la basura en el último suspiro.
Finalmente, Sainz consiguió lo que se había propuesto, había defendido su posición de manera muy inteligente y cruzó como una exhalación la línea de meta, coronándose ganador de la prueba y rompiendo la racha de victorias consecutivas de Verstappen, quien al final acabó siendo quinto.
Una vez más Sainz ha demostrado porqué lo llaman el “Smooth Operator”, liderando una carrera de principio a fin, gestionando los problemas con muchísima cabeza y siempre demostrando que está un paso por delante de los demás con respecto a la estrategia.
A la constancia que tanto se le atribuía se le ha unido una velocidad increíble que no habíamos visto antes durante su instancia en Maranello. Con dos pole position seguidas y dos grandísimos resultados, por fin parece que Carlos ha dejado las dudas en el pasado y ha conseguido lentamente conquistar el corazón de Ferrari y el de los “tifosi” más escépticos.
La casa de Enzo Ferrari por fin ha logrado abrir el casillero este año bajo los fuegos artificiales de la famosa carrera nocturna. Seguramente en el próximo Gran Premio de Japón Red Bull volverá a las andadas, pero sólo el tiempo dirá si la brillante pareja de pilotos de la Scuderia consigue que haya otra bandera colgada en la entrada de la sede deportiva durante esta temporada.