Al final Budweiser siempre sale ganando

Por Mauro García Forti

Unos meses después de que la organización de la Copa del Mundo de Catar comunicara las restricciones que habrá para las personas que asistan a este magno evento y que las críticas hacia estas directrices inundaran las redes sociales, la polémica y el rechazo hacia este torneo siguen más vivos que nunca. 

Al fin y al cabo, Catar es un país islámico y era de esperar que esas indicaciones tuvieran lugar para dar la “bienvenida a todos”. 

El aficionado que llegue a Doha deberá ir con mucho cuidado, ya que no vestirse de manera conservadora, ocultando tanto hombres como mujeres hombros y rodillas, llevar a cabo muestras de afecto en público sin importar la orientación sexual del sujeto, fotografiar algo que se considere una ofensa para la cultura catarí, poseer o consumir drogas, llevar medicamentos sin receta, hacer gestos groseros, maldecir en la calle, tirar basura en la vía pública o ser homosexual son actos que se consideran delito en este pequeño país de Oriente Medio y son castigados con multas de gran cuantía e incluso años de prisión. 

No obstante, las leyes cataríes deberán hacer una excepción con uno de los delitos más conocidos de su código penal. 

En este país, el comercio y consumo de alcohol es ilegal para toda la población musulmana y su venta solamente está permitida para establecimientos con licencia como son los hoteles internacionales de cuatro y cinco estrellas. 

Y aquí tenemos un problema, debido a que, si hay una tradición en el Mundial, esa es el consumo de alcohol en los estadios. La FIFA incluso llega a incentivar su consumo con grandes campañas de la cervecera estadounidense Budweiser, eterno patrocinador del evento. 

La regla es simple, si quieres ser el país anfitrión de la Copa del Mundo hay que llevarse bien con la FIFA y con esta siempre viene Budweiser. 

Como respuesta a esto, el gobierno catarí en un gesto de amistad con el organismo internacional del fútbol accedió a que se venda cerveza dentro del estadio y sus alrededores (en espacios llamados “Fan Zones”) entre tres horas y media antes del partido y una hora después del pitido final. 

Viendo estas medidas tomadas por las autoridades, el mensaje está claro, sin Budweiser no hay Mundial y sin Mundial no recuperarán la multimillonaria inversión que han hecho para celebrarlo. 

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