LA HISTORIA DE MANU GINÓBILI: de Bahía Blanca Argentina, al Salón de la Fama de la NBA.

Por Alfredo Gallegos

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El mejor jugador latinoamericano en la historia de la NBA y uno de los mejores extranjeros que se recuerden en la liga. Hace un par de semanas, fue inducido al salón de la Fama de la NBA, un lugar al alcance de los más grandes, como él. 

También fue uno de los jugadores más admirados y respetados por compañeros, directivos, staffs, entrenadores, rivales, y por supuesto, los fans de todos los que nos apasiona este deporte.

El pibe que logró su sueño y que fue más allá de lo que él pudo haber imaginado. Esta es su historia.

Nunca hubo elementos necesarios para que el Pibe fuera un basquetbolista profesional, ni mucho menos una estrella e ícono de este deporte. Siempre nadó contracorriente. Pero Manu creyó.

Cuenta la leyenda que su padre Jorge Ginóbili fue quién le enseñó a driblear entre las sillas cuando Manu apenas tenía 2 años, pero Manu desmiente todo eso. “Tenía tres años y fue un entrenador, no mi padre, quién me enseñó” dijo. Su padre Jorge, había sido un base armador en el club de sus amores, Bahiense del Norte.Imagen

Manu tiene dos hermanos, Leandro y Sebastián, ambos compartían la afición por el baloncesto, y eran prometedores jugadores. En la casa de los Ginóbili se comía y respiraba básquet.

Oscar Sánchez, es el nombre de aquél entrenador que le enseñó al pequeño Manu de 3 años a botar el balón con su cabeza mirando hacia arriba y su brazo libre doblado para protegerlo. 

“Me hacía driblear alrededor de la casa, me entrenaba en la cocina” cuenta Manu.

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“Mis hermanos tenían 5 y 7 años más que yo. Quería ser como ellos. Cada vez que ellos estaban en la cancha, los seguía y mantenía sus estadísticas” contó Manu. Era tan obsesionado que Manu estudiaba los movimientos de Sebastián, un pasador excelente, y de Leandro, un extraordinario tirador. Sus dos hermanos eran los ídolos del pequeño Manu.
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Ese niño, adelantado a su edad, fue creciendo.  Era sumamente inteligente, más que sus compañeros, un estudioso del juego, pero nadie creía que realmente pudiese destacar más alla de lo normal.

Ahora viene una historia que cuenta el periodista de LA NACIÓN Diego Moroni:

A los 15 años, no logró entrar en la selección local. Le encantaba atacar y dirigirse hacia el aro, pero era muy pequeño para que alguien lo notara. Aquél puberto de 15 años apenas y llegaba a los 50 kilos y su pediatra se la cantó sin filtro: 

“Emanuel, tu proyección de crecimiento es que

a los 19 años es probable que alcances los 1.85m.”. Era un golpe duro para el pibe.

Manu era, como le recuerdan sus padres, un “terco y obsesionado” con el trabajo fuerte y la dedicación. Su abuelo Constantino recuerda: “Se paraba delante de mi ropero y marcaba con la madera cada pequeño avance de su crecimiento”.

Diario regresaba del colegio en el colectivo. Se bajaba, caminaba unas cuadras y saltaba lo más que podía en el trayecto a su casa. Él creía que esa era la forma de vencer al desalentador diagnóstico del pediatra.Imagen

Aquí va otra de esas anécdotas que conformaron la dura adolescencia de Manu con el Básquet:

En su desesperación, consultó a un bioquímico que trabajaba en un gimnasio que estaba junto a Bahiense del Norte, el equipo de sus amores. Su nombre era Raúl Herrero ¿Qué más da el nombre? Dirían algunos, pero para Manu sí que era importante cualquier detalle.

En fin, estuvieron ambos platicando y Manu le contaba que sentía mucha

frustración al ver que se mataba en el gimnasio y que le habían pronosticado no pasar del 1.90m. Entonces, Herrero le recomendó unos batidos con hígado, huevo y banana, la pura proteína.

“Un espanto era eso que tomaba este pibe. Yo creo que por este tipo de locuras es que mi hermano pasó el 1,90 cuando ninguno de nosotros lo pudo superar. Se cagó en todos… Era tan cabeza dura que le ganó hasta a la naturaleza”, decía Leandro, hermano mayor de Manu.

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Era tan fuerte consigo mismo que en cada juego que no lo hacía bien se encerraba en el baño de su casa y desde afuera se escuchaban los gritos: 

“¡Perro! ¡Sos un Perro! ¡¿Jugando así pensás llegar a la Liga Nacional?!”

En 1994, con 16 años, tuvo la oportunidad de estar en el primer equipo de Bahiense del Norte, pero el equipo descendiólo. Fue devastador para él. Se sentía culpable, porque era el club de su familia. Aquí una foto suya llorando el descenso del club…

Estaba tan triste que tomó el teléfono y le llamó a Mar del Plata a su papá, dónde estaba trabajando, diciéndole: 

“Perdimos papá, perdóname”. 

Se fue a su casa y se encerró en su habitación…

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Mucho ojo a esta historia.

En su reportaje , el periodista Diego Morini, cuenta que Fernando Piña, el técnico de Bahiense, entró a la habitación con consentimiento de su madre. 

Manu se limitaba a decir: “Me ganó Mezquer, me ganó Mezquer”.

Piña le dio ánimos y le dijo que le serviría como aprendizaje, que iba a crecer como jugador, que no debía preocuparse por otra cosa, que Mezquer era un jugador adulto, que era tosco y mañoso: 

“Pensá dónde va a estar Mezquer en unos años y dónde vas a estar vos”.

Mezquer hoy en día tiene 56 años y vive en el Barrio Obrero desde 1991. Es clasificador de cereales, trabaja en la empresa Profertil y en el puerto casi nadie le cree que él fue un dolor de cabeza para Manu Ginóbili.

“Pocos conocen esta historia de cuando jugaba en Puerto Comercial….no todos me creen. Me dicen: ‘pobre pibe,lo cagaste a palos’… Es más, cuando Manu salió campeón de la NBA, yo hablaba con mis hijos les decía: ‘mirá hasta dónde llegó después de que jugó en contra mío”.

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Contra todo pronóstico creció hasta los 1.98m, y ya se había convertido en profesional. Sus penetraciones se habían vuelto temibles, impredecibles y artísticas.  Los fanáticos gritaban su nombre, mientras su madre Raquel miraba orgullosa.

“Ella me decía que no la volcara, que me mantuviera fuera de la pintura y que mejor tirara de tres puntos” decía Manu.

“Siempre tenía miedo que me golpeara uno de los grandotes”.

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Manu la rompió en la liga Argentina y se fue a Europa, ahí encontró inspiración en Italia. Se inventó el Euro-step, que dice, lo creó por necesidad:

“Los jugadores me pegaban en la pelota y tenía que protegerla mientras me dirigía al canasto” decía Manu…

Manu Ginóbili fue elegido en 1999 por los San Antonio Spurs en el puesto 57 del draft. Después de un partido con la selección argentina frente a Brasil, y al considerar que no sería elegido, Manu se marchó a dormir. Un asistente tuvo que despertarlo para darle la noticia.
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A partir de aquí ya todos conocemos la historia de aquél niño que nunca se rindió y cumplió su sueño. Contra toda adversidad se convirtió en un ícono del baloncesto mundial y fue parte fundamental de los Spurs multicampeones.  Con Argentina  tocó cielo en Atenas 2004, con los Spurs fue 4 veces campeón de la NBA. Imagen

“SOY MANU Y ESTO ES LO QUE HAGO”

Le dijo al legendario Greg Popovich cuando éste le cuestionaba su forma de juego que “no encajaba” con sus ideas. Ahí ‘Pop’ se dió cuenta que necesitaba dejarlo ser libre.Imagen

El 29 de Marzo del 2019, los San Antonio Spurs retiraban el jersey número 20 de Manu, en una ceremonia muy especial, dejándolo ya como uno de los máximos ídolos de la franquicia texana. 

El 10 de Septiembre del 2022, quedó inmortalizado como uno de los más grandes en la historia de este deporte, tras haber sido ingresado en el Salón de la Fama de la clase 2022. Imagen

Manu, el pibe de bahía blanca que logró lo imposible…

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