APRENDER A CUESTIONAR EN LUGAR DE APLAUDIR

Por Richard Méndez

Es natural que Pékerman despierte la ilusión de ir a nuestro primer mundial de mayores, aunque eso no significa que el periodismo debe dedicarse a cuidar el proceso ciegamente y sin ejercer crítica o análisis de lo que sucede en cada partido de la Vinotinto. Todos los que cubrimos a la Selección de Venezuela queremos verla jugando en el mundial, pero ese deseo no debe hacernos perder la razón de ser de la profesión. Si vemos cosas que no funcionan en la cancha o detectamos situaciones erradas de funcionamiento debemos decirlo, es nuestro trabajo y en ningún caso atenta contra el trabajo del técnico.

Quien único puede evitar que Pékerman trabaje es la propia Federación Venezolana de Fútbol en el momento que no cumpla con dar las herramientas y el apoyo a su trabajo. El medio nunca influye en la preparación ni en la logística y mucho menos en el diseño de los partidos, eso corresponde a cada entrenador. Hasta donde tengo conocimiento la FVF le apoya como debe ser con todas sus solicitudes y es así como debe ser para poder exigir resultados que deben estar dentro de lo programado en el proyecto que debió entregar el técnico al momento de establecer contacto.

El fanático tiene su derecho de alentar, festejar y sufrir con cada partido y al mismo tiempo tiene la libertad de opinar y criticar aun cuando no tenga conocimientos profundos del tema. El periodista o analista tiene que ver el desarrollo del fútbol entendiendo que en su profesión debe mantener alejado a ese hincha que todos llevamos dentro y que está totalmente conectado con nuestro gentilicio. El análisis y la crítica es una advertencia y a la vez una explicación de lo que sucede en la cancha. El análisis jamás puede ser complaciente porque entonces caería en el peligro de obviar detalles importantes de un proceso.

“Dejen trabajar a Pékerman”, esa etiqueta tan popular como odiosa que ha invadido las redes sociales motivando la autocensura y la cancelación a la opinión crítica se ha convertido en la respuesta inmediata ante el análisis, condiciona a ser exclusivamente aceptado el comentario adulante o el que guarde silencio. No existe nada que temer ni daño posible para el proceso de un técnico que pueda surgir de la crítica, pero lo que sí corre riesgo es la libre opinión cuando se pretende silenciar las que no gusten. Los medios están para cuestionar, para investigar, advertir y denunciar. Los medios no están para callar ni para aplaudir.

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