Profesionalización, tecnología y captación: así fabrica el ciclismo a sus jóvenes estrellas

Por Abraham Romero

Con apenas 20 años y ocho meses, Miguel Induráin se convirtió en 1985 en el líder más joven en la historia de la Vuelta de España. «Lógico», pensarán ustedes, pues el ciclista español acabó su carrera con cinco Tours dos Giros. Cómo no iba a ser bueno desde joven. Pero sin embargo, la realidad de La locomotora de Villava fue que su primer triunfo en la clasificación general de una gran vuelta llegó seis años más tarde, en la ronda francesa de 1991 y después de varias temporadas de dudas sobre sus capacidades. Tenía 27 años cuando se vistió de oro en París, cifra en la que uno se convertía en mayor de edad en un ciclismo que, 30 años después, ya no existe.

Aquel deporte que diferenciaba juniors y profesionales, que dividía por edad y no por talento y que olvidaba la tecnología en la formación ha muerto. Tadej Pogacar ganó su primer Tour con 21 años y Egan Bernal con 22, la misma edad a la que Remco Evenepoel puede ganar su primera Vuelta con Juan Ayuso (19) y Carlos Rodríguez (21) como grandes rivales junto a Enric Mas. ¿Tienen todos más talento que Induráin o con el navarro tuvieron demasiada calma?

«Lass jóvenes estrellas de ahora tienen una genética privilegiada, pero han trabajado muy bien en juniors. Ahora si eres bueno, no te van a parar. Si Carlos Alcaraz está capacitado para jugar con los mejores tenistas del mundo, ¿le vas a decir que no le pegue tan fuerte a la pelota?», reflexiona en EL MUNDO Samuel Sánchez, excampeón olímpico y director de la MMR Academy, uno de los mejores equipos formativos de España.

Para encontrarle explicación a estos jóvenes campeones hay que ir a la base, a la profesionalización de los entrenamientos, al uso de la tecnología en la medición de las capacidades de los ciclistas adolescentes y a la mayor capacidad de captación de los equipos. No se escapa nadie, ni siquiera un vendedor de pescado como el danés Jonas Vingegaard, convertido en un par de años en ganador del Tour de Francia. Tampoco Jay Vine, corredor de mountain bike que en la pandemia se puso a hacer rodillo, se apuntó a una carrera virtual y ahora ya acumula dos etapas en esta Vuelta.

Todo con el potenciómetro, la herramienta que mide los watios/kilo que un ciclista es capaz de conseguir a pedales, como base del entrenamiento. «Jay Vine es el ejemplo perfecto. En las dos etapas que ganó iba mirando todo el rato el potenciómetro en su manillar, viendo los watios que estaba moviendo. El ciclista se conoce tanto que sabe que a esos watios puede ir. Pero no hay que olvidarse que son cuerpos, no máquinas. Es un arma de doble filo porque hay que saber competir, no sólo mover watios. El potenciómetro no habla», añade Sánchez.

El ciclismo ha sido la última víctima de los niños prodigio del deporte mundial. La evolución natural del ser humano. Más jóvenes, más rápidos cada año. «El ciclismo ha acabado adaptándose al resto de deportes. Era el deporte en el que que más tarde se llegaba la elite. En ninguno se esperaba a los 26», comenta a este periódico Jesús Hernández, exciclista y actual director deportivo del Eolo-Kometa de Alberto Contador. «La evolución humana cada vez es mejor, se baten récords, se nada y se corre más rápido... Si unimos eso al ciclismo, a que se capta antes y que desde cadetes tienen entrenamientos profesionales, llegan a la elite mucho antes y sin complejos», añade.

Watios, pulso y recuperación

Pero, ¿cómo saber si un adolescente puede ganar una futura Vuelta a España? «Antes rodabas, te medías las pulsaciones, hacías horas y horas, medías el tiempo en los puertos y ni tenías archivos. Te decían 'vete a este pulso' y ya está. Ahora con 14 años ya se mide todo, es una pena, pero ya es así en todos los deportes. La capacidad de watios/kilo que eres capaz de desarrollar o la capacidad de recuperación, que cuando se levantan por la mañana se deben tomar el pulso y la presión arterial, porque si el pulso es bajo es que acumulas fatiga. Ahí se ve quién puede aguantar la competición y quién se satura. Si se levanta con el pulso alto y la tensión disparada, aguanta», describe Hernández, que define el ciclismo como «quien es capaz de aguantar más tiempo el dolor y quién se recupera mejor». «Ahí entra la capacidad agonística, que es el tiempo que eres capaz de aguantar el máximo esfuerzo y que se consigue con el analizador de lactato. El lactato es una toxina que genera el músculo, así que el corredor que es capaz de asimilar más lactato gana carreras», añade.

Todo esto, evidentemente, no lo tenía el Miguel Induráin que con 20 años se vistió de rojo en la Vuelta: «Antes te metían ahí y hasta que reventaras», bromea Hernández. Y cada cifra que mejora la media de su edad se paga a precio de oro en un mercado que es «una selva». «Hay equipos World Tour que ya ofrecen 60.000 euros al año a niños de 17 años. Nosotros no podemos entrar en esa guerra», admite Hernández.

"Vamos a ver muchos juguetes rotos"

«Antes era una criba en carrera, ahora son pruebas en el laboratorio», resume el preparador físico Javier García, que tampoco se atreve a pronosticar la durabilidad de estas jóvenes estrellas: «Si van controlados y no los exprimen no tienen porqué ser carreras cortas. El cuerpo puede aguantar, es la evolución de la especie. El tema es psicológico».

Vingegaard, ganador del último Tour, ha tenido que desaparecer durante unas semanas por la presión de la victoria. «Vamos a ver muchos juguetes rotos y carreras deportivas muy cortas», confiesa Samuel Sánchez, que no cree que en el futuro haya muchos como Valverde o Gilbert, que a los 40 todavía están corriendo con profesionales: «La precocidad hace que con 28 ya no ganes y empiezas a valorar más el tema económico. Tiene riesgo también a nivel mental, que a ver si están preparados para asimilar todo esto, el éxito, el dinero... El entorno es muy importante, más en formación que en elite».

Bélgica es ahora la cuna del nuevo ciclismo (Evenepoel, Van Aert, Philipsen...). Una inversión gigante, como en Francia o Inglaterra, y una cantera que es la envidia del ciclismo español. «Evenepoel y Pogacar han tenido infraestructuras muy buenas en juniors. Bélgica o Francia son los países que más están invirtiendo en formación», analiza Sánchez, que habla de la «travesía por el desierto» que le espera a nuestro ciclismo si no se comienza a apoyar más la base. «En la Vuelta a Ribera estaban los directores de Ineos y Quick-Step, y decían que estaban ahí porque con 22 años ya no hay ciclistas, ya se los han robado todos, así que los captan antes. En España vamos atrasados, nosotros, junto con la Fundación Contador, invertimos dinero y tiempo para tener estructuras parecidas a las de Europa, pero cuesta. Necesitamos apoyo o la travesía por el desierto será grande».

Fuente: www.elmundo.es

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