Caleb Swanigan, la trágica historia del ex-jugador de la NBA que falleció a los 25 años.

Por Alfredo Gallegos

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Nació un 18 de Abril de 1997 en Indiana, en dónde vivió la mayor parte de su infancia junto a sus 5 hermanos. Creció rodeado de alcohol, drogas y pobreza. Su padre era adicto al crack, quién además tenía pésimos hábitos alimenticios que lo condenaron a vivir con diabetes. 

Su madre poco podía hacer ante tal situación. Caleb y sus hermanos vivieron gran parte de su infancia y pubertad en múltiples refugios y albergues para personas en situación de calle, por lo que era común para él ver a adolescentes  y adultos drogándose. 

Swanigan contaba en entrevista para ESPN, que veía a hombres y mujeres inyectarse heroína en los pasillos de los refugios. Al ser un niño, no sabía lo que estaba pasando, pero con solo ver sus caras, intuía que no era nada bueno. 

Su madre tuvo un accidente con él cuando era apenas un bebé. Se le cayó de los brazos, afortunadamente no tuvo consecuencias, más que un gran moretón en la cara, pero la señora tenía miedo de la reacción de su esposo, por lo que se llevó a sus hijos a Utah. 

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La inestabilidad fue el pan de todos los días en la infancia de Caleb y sus hermanos. Se volvieron a mudar a Indiana, pero su situación no mejoró. Y ahí fue cuando empezaron a brincar de refugio en refugio. 

Pero no solamente luchaba contra la pobreza y la adicción de su padre, también tenía una relación complicada con la comida, ya que estaba rodeado de opciones poco saludables: cereal azucarado, helados, pizza y todo tipo de panes, eran parte de su dieta habitual. Lo más barato y fácil que había.  

En 2004, su hermano mayor tuvo la oportunidad de jugar en la NCAA división I. De hecho, ya se había comprometido con los Rebels de Ole Miss, pero abandonó el high-school antes de su primer año en la Universidad. 

Un par de años más tarde, un amigo suyo le disparó en la cara por un altercado, lo que lo dejó sin ojo derecho y sin más esperanzas de jugar al baloncesto de alto rendimiento. 

Es por esa razón que cuando su hermano alcanzó un estado de obesidad descontrolada con solo 13 años, llegando a pesar hasta 396 libras (180 kg), contactó a un ex-entrenador suyo, Roosvelt Barnes, y ahí la vida de Caleb empezó a cambiar para siempre. 
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Roosvelt era un talentoso deportista de la Universidad de Purdue. Brilló y destacó en el baloncesto y también en el fútbol americano, en dónde terminó consolidándose hasta llegar a la NFL. 

Regresando a la historia, Caleb se encontraba viviendo en Utah con un amigo de la familia, y su hermano le llamó. Le mencionó la oportunidad que tenía enfrente y le dijo que tenía que volver a Indiana. Y así fue. 

Cuenta Roosvelt que el primer día que estuvo en su casa, se dio cuenta de la magnitud del problema.  

“Cuando bajé las escaleras, había una caja grande y gigante de Cereal sobre la mesa. La caja entera había desaparecido y todo el galón de leche también. Le dije: ‘¿Qué pasó?’, el contestó: ‘Me dijiste que comiera’.  

Afortundamente para el chico, Barnes cuidó su salud y lo llevó a un cardiólogo, le enseñó la disciplina de hacer una dieta balanceada y ejercicio. Caleb empezó a practicar regularmente el baloncesto, y Roosvelt se dio cuenta del potencial que tenía el chico para este deporte. 

Caleb contaba que había ido a 4 escuelas secundarias y 9 primarias distintas. Y que la única vez que se había sentido seguro en su corta vida, había sido con Roosvelt. 

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Roosvelt Barnes junto a Caleb Swanigan después de que este fuera elegido por los Blazers en el draft del 2017. 

Logró un increíble cambio físico que le ayudó para empezar a competir a nivel high-school. Parecía que la vida de Caleb mejoraba. 

Al siguiente verano, en 2011, asistió a un campus de baloncesto en Lousville, que dirigía el exjugador de la NBA, John Lucas, con el objetivo de conseguir una beca en alguna preparatoria. 

A partir de ahí, el cielo fue el límite para Caleb. Le dieron una beca completa en el Homestead High School de Indiana. Brilló como jugador en sus tres temporadas, pero en su último año fue cuando el sueño se hacía realidad, siendo nombrado Indiana Mr. Basketball y llevando al instituto a su primer título estatal.  

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Desafortunadamente, mientras Caleb empezaba a vivir un gran sueño y cambio radical en su vida, su padre fallecía debido a las complicaciones de la diabetes y su adicción a la cocaína. 

Esto no impidió para que Caleb siguiera adelante con su sueño de llegar a la NBA. 

Después de una increíble etapa en la preparatoria, fue incluido entre los 20 mejores jugadores de high-school del país, y fue seleccionado para disputar el prestigioso Mc Donald’s All American.

En esa última temporada promedió un doble-doble con 22,6 puntos y 13,7 rebotes por partido. 

Las ofertas de los programas universitarios más prestigiosos de baloncesto del país, no tardaron en llegar. Duke, Kentucky y Arizona querían incorporarlo a sus filas. Aunque se había comprometido con Michigan State, finalmente se decantó por Purdue, para representar a su estado. 

En Purdue se volvió una estrella y una maquina reboteadora. Poco a poco iba consolidándose como un prospecto serio. 

En dos temporadas promedió 14.4 puntos, 10.4 rebotes y 2.4 asistencias, además de haber sido incluido en el primer quinteto All-American. El sueño estaba por concretarse. 

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En el Draft del 2017, los Portland Trail Blazers lo eligieron en primera ronda, con el pick 26°. Aquél niño sin un hogar fijo, creciendo en medio de drogas y problemas familiares, lo había conseguido. Pero su entrada en la NBA solo sería el inicio de su trágico desenlace.

En tres temporadas, nunca logró consolidarse ni corresponder a las expectativas generadas. Jugó con Portland y Sacramento, en los cuáles acumuló 75 partidos en 3 años, y en dónde constantemente bajaba al equipo filial de la G-League. 

Cuando llegó la pandemia, y la NBA re-inició actividades en la burbuja en Orlando, Caleb se negó a jugar y esa fue la última vez que se le vió en mucho tiempo. 

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Meses más tarde reaparecería en un video que se filtró en las redes sociales, con un físico muy distinto al que tenía cuando era profesional. 

Ahí fue cuando Damian Lillard salió a defenderlo, comentando que no se sabe realmente lo que pueda estar pasando en su cabeza, y que un mal camino puede hacer a un hombre grande. 

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Desafortunadamente para Caleb, su situación emperó cuando el 23 de Diciembre del 2020, fue arrestado por poseer un kilogramo y medio de mariguana. Desde ese momento fue la última vez que habíamos escuchado algo de él.

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Lamentablemente Caleb falleció el 20 de Junio del 2022, con solamente 25 años. Las causas aún no se esclarecen, pero todo indica que es relacionado con problemas de su sobre peso. 

Caleb decía en una entrevista para ESPN en el año 2017: “Es algo realmente pequeño, pero simplemente se acumula. Una comida no te matará, pero si se convierte en tres o cuatro comidas seguidas que son malas, ahí es cuando comienza a afectar a tu cuerpo”. 

Caleb Swanigan es una víctima más de la poca importancia que se la da a la salud mental en el deporte profesional. No, no estamos eximiendo de responsabilidad a las malas decisiones que toma un deportista, sino de ayudarlo a descifrar porque las toma, y de ayudarlo en ese proceso. 

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Caleb había logrado superarse, no era un chico malo, le tocó crecer en un entorno muy duro, y aún así, llegó a hacer grandes cosas. Desafortunadamente, tomó malas decisiones, pero NADIE en la NBA lo ayudó.

Si no sirves como  jugador, como persona, ni siquiera existes… para reflexionar. 

Descansa en Paz, Caleb Swanigan. 

Fuente: ESPN, https://www.espn.com/mens-college-basketball/story/_/id/18523734/purdue-caleb-swanigan-overcoming-obesity-homelessness-become-big-nba-prospect

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